Los prometedores 4 años de estabilidad progresista en la región, y sus beneficios políticos económicos para Venezuela
Suramérica, una región con ingentes cantidades de recursos naturales, aún pesa sobre ella siglos de historia de subyugación por parte de los imperios monárquicos que se recrudecieron con llegada de la modernidad (a partir del 1453, siglo XV); ingentes recursos naturales minerales y/o energéticos o no energéticos que con base a recientes investigaciones en Venezuela para 2021, aseguran que para entonces la región contaba con apenas 6% de la población mundial, pero con 24% de los recursos de todo el mundo en su geografía, delimitada por las 12 naciones que la componen (Guayana Francesa no se adscribe por ser territorio ultramar de la República Francesa).
En concordancia con los datos previos, en ejercicio metodológico del materialismo dialéctico, se comprende porqué la codicia histórica sobre región por parte de los imperios de entonces y de las potencias mundiales de ahora; el porqué la historia reciente de la región, es decir, el siglo XX, sobre todo en la segunda mitad de la centuria donde se reconocía la vasta y diversa riqueza potencial de nuestro suelo, que con el pasar de las décadas, y en la medida que se conocen o estiman los agotamientos en otras latitudes de recursos de demanda estratégica, la región sigue siendo apetecida; solo con dos ejemplos simples basta: el primero, Suramérica es privilegiada con el hecho, que de los primeros 10 países en el mundo con la mayor cantidad de agua dulce Brasil y Colombia son el puesto 1 y 2; asimismo después de Rusia, el Triángulo del Litio, territorio compartido en la triple frontera entre Bolivia, Argentina y Chile concentra la segunda reserva más grande de litio.
Por tanto, ante tal escenario de reservorios de commodities que van desde lo mineral energético y no energético (en ellos los combustibles fósiles) y el agua dulce, y comprendiendo que el ejercicio de la soberanía y poder nacional va encausado principalmente desde los sistemas presidencialista, que son en su totalidad en la región (no hay sistemas parlamentarias con primeros ministros) cobra una importancia suprema para el estudio incesante geopolítico, cómo las correlaciones de fuerzas de gobiernos progresistas se han consolidado de nuevo en la región desde 2021 y por lo que está a la vista, proyecta tal “armonía política” hasta 2026, lo que nos dejaría una grata apreciación que para los próximos 4 años, la economía regional tendrá grandes éxitos, que indiscutiblemente pasan por el tamiz político (es la proyección del ejercicio del poder y la soberanía de cada nación desde su objetivo político estratégico nacional).
En virtud de lo observado, no hay mejor prospectiva, al menos en términos presidenciales, que lo que se distingue en el gráfico contiguo, pues para entonces, de las 12 naciones suramericanas, ya 6 son gobiernos progresistas o al menos ideológicamente cercanos y de seguir esa tendencia política para Brasil (de nuevo) y Argentina (tal vez en reelección en 2023) crecería nuevamente una mayoría importante, y si se ve más allá para Paraguay (2023) y Uruguay (2025), la reactivación plena de Venezuela en el MERCOSUR sería casi un hecho, lo que aunado a la estimación CEPAL para 2022 (PIB +10%) y además de las firmas europeas que son más prometedoras, se constituyen en un fuerte argumento para el retorno de grandes capitales al país, y las reinversión en las áreas tradicionales y nuevos escenarios.
Referencias
1.Vegas, V. (2021) “Integración, Geopolítica y Recursos Naturales de Suramérica Priorizados por las Estrategias de Seguridad Nacional de las Potencias, de Cara a la Tercera Década del Siglo XXI”. Trabajo De Grado Para el Título de Magister Scientiarum en Relaciones Internacionales (IAESEN).
2. Venezuela fue cuestionada desde los gobiernos y parlamentos en la Argentina en la era Macri.